6.16.2011

[Se vende un hombre]

  
"Enrique Lorca era, sin duda, un hombre inteligente, dotado de una gran sensibilidad, introvertido, sincero, con una cultura fragmentaria y obsesionado por una escrupulosa exigencia de autenticidad. Su historia me demostraba que había sufrido muchas y dolorosas decepciones en la vida y que, por ello, desconfiaba de los hombres, les temía y, en lo posible, huía de ellos, o, cuando no, interponía entre él y los demás una línea divisoria inviolable. ¿Egoísta y cobarde como él se calificaba? Yo diría más bien un escéptico, reacio a las abstracciones y, por consiguiente, incapaz de entregarse a nada ni a nadie sin una previa prueba experimental. Encerrado en sí mismo, pero, al mismo tiempo, deseoso de encontrar una razón convincente para salir de su aislamiento. Voluntad analítica la suya en contradicción con su tendencia a la emotividad y al ensueño. Era lo contrario a un fanático y, en suma, un idealista sin ideal. […] Propendía al realismo y prefería la verdad, por muy dolorosa y desagradable que fuese, a la mentira más reconfortante. “La verdad ante todo, aunque hiera”, le oí decir repetidas veces.
[…] Enrique Lorca quería realizarse, pero sin ceder nada de lo suyo ni aceptar nada de los demás. Sin toma y daca."
 
Angel Mª de Lera 

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