6.20.2011

 
Penumbra

Nunca podrás ver nada claramente:
todo es zarzal, espinas y maraña.
En vano gastarás toda tu maña
contra el dorado pájaro latente.

Errado el tiro, vuelves bruscamente
el arma hacia otro lado, mas te engaña
la jugada de sol que el árbol baña.
Te vuelves loco y lloras tristemente.

Todo del tonel sale de la vida
tosco, deforme y dando tropezones.
Dejas pasar los años y su herida,

y cuando quieras darte explicaciones
ni te sirvió la espuela ni la brida:
un pétalo fue más que tus razones.
 
 
Baldomero Fernández

6.17.2011

frívolas&petardas

 
 
           El sentido del humor es el término medio entre la frivolidad, para la que casi nada tiene sentido, y la seriedad, para la que todo tiene sentido. El frívolo se ríe de todo, es insípido y molesto, y con frecuencia no se preocupa por evitar herir a otros con su humor. El serio cree que nada ni nadie deben ser objetos de burla, nunca tiene algo gracioso para decir y se incomoda si se burlan de él. El humor revela así la frivolidad de lo serio y la seriedad de lo frívolo. Se trata de una virtud social: podemos estar tristes en soledad, pero para reirnos necesitamos la presencia de otras personas.

(Fragmento de Artes del buen vivirRoxana Kreimer)
 
 
Y quien quiera entender que entienda.

6.16.2011

[Se vende un hombre]

  
"Enrique Lorca era, sin duda, un hombre inteligente, dotado de una gran sensibilidad, introvertido, sincero, con una cultura fragmentaria y obsesionado por una escrupulosa exigencia de autenticidad. Su historia me demostraba que había sufrido muchas y dolorosas decepciones en la vida y que, por ello, desconfiaba de los hombres, les temía y, en lo posible, huía de ellos, o, cuando no, interponía entre él y los demás una línea divisoria inviolable. ¿Egoísta y cobarde como él se calificaba? Yo diría más bien un escéptico, reacio a las abstracciones y, por consiguiente, incapaz de entregarse a nada ni a nadie sin una previa prueba experimental. Encerrado en sí mismo, pero, al mismo tiempo, deseoso de encontrar una razón convincente para salir de su aislamiento. Voluntad analítica la suya en contradicción con su tendencia a la emotividad y al ensueño. Era lo contrario a un fanático y, en suma, un idealista sin ideal. […] Propendía al realismo y prefería la verdad, por muy dolorosa y desagradable que fuese, a la mentira más reconfortante. “La verdad ante todo, aunque hiera”, le oí decir repetidas veces.
[…] Enrique Lorca quería realizarse, pero sin ceder nada de lo suyo ni aceptar nada de los demás. Sin toma y daca."
 
Angel Mª de Lera